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Concha ZALDIVAR, que era mi madre, se crió en una familia franquista que dejó, menor de edad, a los 18 años, para marcharse con mi padre, Angel PEREA, un "rojo", militante del PSOE. Pasaron a Francia por el Perthús, el primer día que se abrió la frontera.
No fueron separados en la frontera porque mi padre tenía un brazo herido. Su familia hizo investigaciones para encontrar a mi madre y logró localizarla, pero un comisario de policía francés se nego a enviarla a España en contra de su voluntad. Tras unos meses en Montauban, en un centro para ancianos, mujeres y niños, marcharon a Burdeos donde fundaron, después de la IIa guerra mundial, una cooperativa obrera de españoles exiliados que fabricó alpargatas.
He contado esta historia en una novela y busco una editorial.